«Pies para que los quiero si tengo alas para volar»
En el caso de Frida Kahlo, creo que era una afirmación cierta. Pasó la mayor parte de su vida con mucho dolor y mucho tiempo en cama o en silla de ruedas. Su movilidad era reducida, pero con las alas pintaba y volaba. Sus obras de arte expresaban el dolor físico y emocional, la inmovilidad, y a la vez daban pie a la fantasía, al realismo mágico, documentando las vestimentas típicas de su época y de su querido Mexico, mezclado con personajes, animales y ambientes que parecen sacados de sueños o de cuentos. El pincel, la extension de su mano, la extensión de su ala, desde luego le hacía volar, y nos regaló una obra maestra que nos hace volar cuando vemos su arte.
Esta semana miraremos más en profundidad la función de las alas en la práctica. Las escápulas, los hombros, brazos y manos, son la extensión del corazón, y la puerta al corazón. Sin un trabajo activo de las alas, es mucho más complicado acceder a la expansión plena del corazón. El trabajo que hacemos con los dedos, las manos, las muñecas, etc en el Bowspring, tonifica la fascia y la musculatura de los brazos, lo que a su vez crea más fuerza. La fascia abraza el hueso, que empuja hacia fuera. Es un trabajo en tensegridad y en pulsación. (Hace un par de meses os hablaba en un mail sobre la tensegridad, un concepto de la arquitectura, que traemos al yoga para entender la intercomunicación entre los tejidos, los músculos y el esqueleto).
Los que tenemos la suerte de tener pies y piernas en función plena, podemos experimentar como al enraizar, y a la vez encontrar ligereza en los pies, más ligereza tendremos en la parte superior del cuerpo. Y al trabajar los brazos, no nos quedará lejos el volar. Como Frida Kahlo, que creo que estaba muy presente en su realidad física, a la vez que se daba permiso a volar con los colores, a crear y a Sentir, el yoguin necesita estar presente en su cuerpo y en la tierra, para también poder volar, expandir mentalmente; conectar con otras dimensiones.
