Hoy paseando con los esquis por los paisajes nevados, de repente pensé, que el blanco no es la ausencia de colores, sino la fusión de todos ellos. En esa sensación encontré consuelo, porque desde pequeña la nieve me deprimía, pero hoy me encuentro con ella desde otro lugar. Porque yo soy diferente tal vez, o porque veo que la manta blanca que aquí cubre todo, realmente es un tejido de colores que se fusionan en uno solo, en el inmenso blanco. A veces necesito recordarme…que el silencio no es la ausencia de ruido, sino un pacto entre lo divino y la natura humana de escuchar con más atención…que el blanco no es la ausencia de los colores, sino la unión de todos…que la muerte no es la ausencia de vida, si no simplemente la otra cara de lo mismo.
El mediterráneo ofrece otro espectro de colores incluso en invierno. Es temporada verde, de brotes, y pronto de florecimiento de almendros. La luz es incluso más nítida en invierno, realmente es un lugar espectacular para vivir. Os animo a salir en la naturaleza, respirar, daros un baño o abrazar un árbol. El contacto con la naturaleza es sanador. Nos recuerda de nuestra verdadera naturaleza, sea vivido como un estallo de colores o através de un velo blanco, en el fondo somos lo mismo, aunque veamos cosas diferentes. ¿Qué ves tú en la naturaleza? ¿Qué se respira en tus senderos? Qué es lo que marca tu andar? La naturaleza nos invita a observar, a cuidarla, nutrirla, y a través de ella nos observamos a nosotros mismos, nos cuidamos y nos nutrimos.