A veces las palabras cobran nuevos sentidos. Seguro que alguna vez habrás experimentado que algo que te parecía conocido de repente te aparece diferente o lo entiendes de otra manera. Mientras que las palabras son justo eso, palabras, fabricadas de la mente, aquellos ‘darse cuentas’, parecen surgir de otra fuente. De una inteligencia más allá de la mente, desde un lugar donde reina la sabiduría. Este verano he leído a Joe Dispensa, Krishna Murti y Michael Brown (The Presence Process), y todos apuntan en la misma dirección: la única manera en la que podemos encontrar paz es escuchando a esa fuente más allá del flujo de pensamientos. Y cómo lo hacemos? Me sale una sonrisa mientras estoy escribiendo esto, porque pensaba que sabía la teoría, y durante años he hablado del tema con estudiantes y amigos, compartiendo las enseñanzas de mis maestros…. Sin embargo, este verano, me ha golpeado en la cara el hecho de que reacciono mucho más que respondo, vivo mucho más en la mente de lo que pensaba, y me siento desconectada de la fuente. Ahora me siento algo perdida entre viejos creencias y patrones de pensar, y nuevas maneras de experimentar el mundo, de alguna manera conocidas, pero aún difíciles de palpar. Lo que sí siento, es un deseo profundo de re-conectar con la Fuente.
Cómo practicamos eso, cuál es el camino? No hay atajos, la única manera es atravesando. Y podemos hacerlo en la vida diaria. La clave es practicar presencia.
– permitiéndote estar en el lugar donde estés a cada momento. Estoy aquí... mientras lavas los platos, yendo al trabajo, dando el baños a tus niños…
– observando tus reacciones o respuestas a eventos, circunstancias o personas en tu alrededor.
– respirando – presta atención a la respiración. Y cuando sientes estrés o presión, cierra los ojos y toma tres respiraciones más profundas. Al abrir los ojos tu primer reflejo o reacción probablemente haya cambiado.
– date tiempo. Permite que las sensaciones que sean te atraviesen.
– escoge un mantra, uno que funcione para ti. Puede ser en tu propia lengua, ‘yo soy’ por ejemplo. Ante esas reacciones inmediatas, cuando sientes que el autopiloto te está llevando a lugares ya demasiado conocidos, date una pausa, respira, y repite tu mantra. Date tiempo a sentarte cada mañana y cada noche al menos 5 minutos. Escucha la respiración y repite tu mantra.
Mantras y palabras, así como cada inhalación y cada exhalación, todas pueden cobrar nuevos sentidos. La vida puede cobrar un nuevo sentido 🙂
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