Todos los pequeños esfuerzos…
…sirven.
A veces me desanimo ante los retos que supone vivir en este mundo del siglo XX. Me entristece tanto las barbaridades que comete el ser humano. Me desanimo ante las injusticias, la corrupción, el trato a la tierra y los animales, las guerras, el hambre, que sufren millones de personas. Y pienso que haga lo que haga, no será suficiente o no tendrá valor…
Pero entonces me sacudo a mi misma y vuelvo al reflejo de la práctica: cada pequeño paso sobre la esterilla hace que avance la conciencia del micro-mundo y en consecuencia del macro-mundo. (Porque lo que está afuera, está también adentro). Y cada minuto de meditación, de paz interna, sirve el propósito de la paz externa. Lo que hacemos con nosotros mismos y en nuestro alrededor más próximo, sirve a un propósito más grande, el de cuidar del universo. Las elecciones diarias, como qué comer, cómo movernos, y en qué dedicar nuestro tiempo, tiene una repercusión no solo en nosotros mismos, sino también en nuestro alrededor. Y hasta los pequeños esfuerzos sirven.
¿Os acordáis de la iglesia de Tepalcingo que se derrumbó en el terremoto de Mexico el pasado septiembre? Un amigo mío con ayuda de un arquitecto y muchos voluntarios, empezó la reconstrucción de la iglesia, que hace un par de meses ya se re-inauguró. Gracias a las pequeñas aportaciones de diferentes partes del mundo, el proyecto pudo llevarse a acabo. Desde Palma hicimos dos clases de donación, y el dinero fue entregado directamente a la persona responsable del proyecto para comprar material. ¡Quería agradecer vuestra ayuda y recordarnos a tod@s que cada pequeño granito de arena sirve!
¿Qué causa te mueve a ti?